Quieta, sin mover siquiera el aire a su
alrededor. Había asentido el encuentro, pero en cada avance, el temor le seguía
los pasos, las ideas, el final desconocido y por sobre todo el desarrollo
inexperto. Sentía que las caricias le bordeaban hasta las más escondidas curvas
del cuerpo, no expresaba gesto alguno…
Todo pensamiento generaba un concierto de dudas cuestionadas, las cuales
no ayudaban… sólo creaban más dudas.
Todo iba muy rápido.
La ropa ya estorbaba, había que deshacerse
de ella. Él desapego los labios unos instantes, observo la blusa. Sin mucho
cuidado la desabotono y desprendió del cuerpo tembloroso, dejando a la vista
una pálida piel. Sin obviar la nula complicidad de su acompañante hizo lo mismo
con él. Lucia un torso que carecía de grandes formas, poseía una talla justa, espalda ancha, brazos firmes.
Fue ahí cuando el tiempo para ella pareció
ir mas lento, recordó haberlo visto tantas veces así, después de los partidos
de básquet y jamás le había producido algo más allá que un rubor de mejillas. Y
ahora… tan cerca, a la espera de sus titubeantes manos.
Muy despacio levanto sus brazos,
entrelazando uno sobre el cuello de él y el otro quedando a medio camino, justo
sobre el pecho. Quiso acercarse un poco más, pero él se adelanto, reanudo los
abrumadores besos, caricias rápidas, sin cuidado. Ella creyó no poder resistir
mas, junto sus labios, bajo los brazos y volvió a la postura inicial. No levanto
su cabeza, él se detuvo.
Al cabo de unos instantes, ninguno de los
dos resolvió decir palabra… Él la
observo, noto que algo no andaba bien, trato de relajarse. Levanto la ropa del piso, se fijo que a la
blusa le faltaba un botón, la apretó. Tuvo el gesto de colocársela y noto que
los hombros le tiritaban. Poco a poco guio sus brazos entre las mangas, la
acomodo, no tuvo el valor de abotonarla.
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